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Rentabilidad esperada: Qué es y cómo calcularla

La rentabilidad esperada es el beneficio o la pérdida que un inversor prevé en una inversión que tiene tasas históricas de rentabilidad conocidas (RoR). Su cálculo no sólo se aplica a un único valor o activo. También puede ampliarse para analizar una cartera que contenga diferentes inversiones. Veamos cómo podemos utilizar la rentabilidad esperada a nuestro favor y los factores a tener en cuenta.

Qué es la rentabilidad esperada

La rentabilidad esperada es el beneficio o la pérdida que un inversor prevé en una inversión que tiene tasas históricas de rentabilidad conocidas (RoR). Se calcula multiplicando los resultados potenciales por las probabilidades de que se produzcan y sumando estos resultados.

Para qué sirve la rentabilidad esperada

El cálculo de la rentabilidad esperada es una pieza clave tanto de las operaciones empresariales como de la teoría financiera, incluso en los conocidos modelos de la teoría moderna de carteras (TPM) o el modelo de valoración de opciones Black-Scholes. La rentabilidad esperada es una herramienta utilizada para determinar si una inversión tiene un resultado neto medio positivo o negativo. Se calcula como el valor esperado (VE) de una inversión dada su rentabilidad potencial en distintos escenarios. La rentabilidad esperada suele basarse en datos históricos y, por tanto, no está garantizada en el futuro; sin embargo, suele establecer expectativas razonables. Por lo tanto, la cifra de rentabilidad esperada puede considerarse como una media ponderada a largo plazo de las rentabilidades históricas.

Modelo de rentabilidad esperada. Fuente: Investment Moats.

Formula de cálculo de la rentabilidad esperada

La rentabilidad esperada y la desviación típica son dos medidas estadísticas que pueden utilizarse para analizar una cartera. La rentabilidad esperada de una cartera es la cantidad prevista de rentabilidad que puede generar una cartera, lo que la convierte en la media (promedio) de la posible distribución de rentabilidad de la cartera. Al considerar inversiones o carteras individuales, una ecuación más formal para el rendimiento esperado de una inversión financiera es:

Fórmula del cálculo de la rentabilidad esperada.

En esencia, esta fórmula establece que la rentabilidad esperada superior a la tasa de rentabilidad libre de riesgo depende de la beta de la inversión, o la volatilidad relativa en comparación con el mercado en general.

Ejemplo de cálculo de la rentabilidad esperada

Este cálculo no sólo se aplica a un único valor o activo. También puede ampliarse para analizar una cartera que contenga diferentes inversiones. Si se conoce la rentabilidad esperada de cada inversión, la rentabilidad esperada global de la cartera es una media ponderada de las rentabilidades esperadas de sus componentes. Por ejemplo, supongamos que cogemos tres acciones del blog de Substack de Ideas de Inversión:

Salesforce (CRM): 5.000 $ invertidos y una rentabilidad esperada del 15%.
FedEx Corp (FDX): 2.000 dólares invertidos y una rentabilidad esperada del 6%.
Accenture Plc. (ACN): 3.000 dólares invertidos y una rentabilidad esperada del 9%. Con un valor total de la cartera de 10.000 dólares, las ponderaciones de Salesforce, FedEx Corp. y Accenture Plc. en la cartera son del 50%, 20% y 30%, respectivamente. Por tanto, la rentabilidad esperada de la cartera total es:

(50% x 15%) + (20% x 6%) + (30% x 9%) = 11,4%.

Limitaciones del cálculo de rentabilidad esperada

Tomar decisiones de inversión basándose únicamente en cálculos de rentabilidad esperada puede ser bastante arriesgado. Antes de tomar cualquier decisión de inversión, siempre debemos revisar las características de riesgo de las oportunidades de inversión para determinar si las inversiones se ajustan a los objetivos de nuestra cartera. Por ejemplo, supongamos que planteamos dos hipotéticas inversiones. Sus resultados anuales de rentabilidad en los últimos cinco años son:

Inversión A: 12%, 2%, 25%, -9% y 10%.
Inversión B: 7%, 6%, 9%, 12% y 6%. Ambas inversiones tienen unas rentabilidades esperadas de exactamente un 8%. Sin embargo, al analizar el riesgo de cada una, definido por la desviación típica, la inversión A es aproximadamente cinco veces más arriesgada que la inversión B. Es decir, la inversión A tiene una desviación típica del 11,26% y la inversión B tiene una desviación típica del 2,28%. Además de las rentabilidades esperadas,  también debemos tener en cuenta la probabilidad de que se produzcan. Después de todo, se pueden dar casos en los que ciertos activos ofrecen una rentabilidad esperada positiva, a pesar de que las probabilidades de que ocurran son muy bajas.